miércoles, 25 de noviembre de 2009

AMOR Y PSIQUE


Psique era la menor de las tres hijas de un rey, y su belleza sólo era superada por su inteligencia, que era muy elevada. Venus, madre de Eros, se puso celosa de ella y le encargó matarla. Pero cuando la vio la amó y deseó irrefrenablemente, y no pudo cumplir su encargo. Es más, se la llevó a un palacio sobre las nubes y la convirtió en su mujer. Pero sólo iba a verla por las noches, a hacerle el amor, y bajo la condición de que Psique jamás intentara ver su rostro. La primera noche tuvo miedo de él, quien la tranquilizó prometiéndole no hacerle daño alguno. Pocos días más tarde, se acostumbró a sus tiernas y ardientes caricias y besos, hasta hacerse adicta a los mismos y amarlo como él a ella.


Pero las hermanas de Psique (Psique no en vano se llama así, representa o simboliza la mente; Eros es el corazón), muertas de envidia, empezaron a atormentarla y a hacerle pensar que tal vez su marido era un monstruo abominable y por eso no se dejaba ver por ella. Psique escondió un candil y una noche vio la cara de su amante.


pasaron décadas, y la madre de Eros la sobrecargó con las peores adversidades y penalidades que puedan imaginarse. Entre ellas, bajar al Reino de los Muertos y pedirle un ungüento de belleza a la propia Perséfone. Psique pensó en ponérselo y así borrar las ojeras y los estragos que sus innumerables lágrimas habían hecho en su rostro. Pero la caja sólo contenía el espíritu del sueño, que le venció inclemente. Ella fue fiel a la esperanza, y bajó hasta los abismos y subió a las cimas más altas llamando a su amado en vano.


Una vez Eros la encontró al borde de un camino. El dolor y el sufrimiento habían llenado de contenido el rostro de Psique: ahora era más bella que cuando joven. Entonces Eros comprendió la grandeza de su amor, y la magnitud de su sufrimiento. Y la belleza de su alma, transparentada en su rostro ya no de niña sino de toda una mujer, le fascinó y le enamoró aun más que la primera vez. La perdonó y se la llevó de nuevo consigo. Congeló su edad, y no cumplió más años, no envejeció, y por siempre vivieron juntos en armonía.
Pedro D.M.M.


No hay comentarios:

Publicar un comentario