lunes, 22 de marzo de 2010
Buenaventura Durruti
Primeros años
Buenaventura Durruti nace en León, el catorce de julio de 1896, siendo el segundo de los ocho hijos del matrimonio entre Santiago Durruti, un trabajador ferroviario, y Anastasia Dumangue. Santa Ana, el barrio donde vive desde pequeño, es un lugar modesto, de casas pequeñas y viejas habitadas por los obreros de la ciudad.Hasta los ocho años de edad asiste a la escuela de la calle de la Misericordia, ganándose la fama de niño travieso, de nobles sentimientos y cariñoso.
A raíz de la huelga de curtidores de León en 1903, que se prolongó por nueve meses, la familia de Buenaventura Durruti se ve económicamente muy golpeada, por lo que Durruti pasa a la modesta escuela de Ricardo Fanjul. A los catorce años abandona los estudios y se hace mecánico bajo la tutela de Melchor Martínez, un socialista que tenía en León cierta fama de revolucionario. Durante dos años, Melchor Martínez le enseña todo lo que sabe sobre mecánica y socialismo; cuando no tiene más que aprender, Durruti se traslada al taller de Antonio Mijé y se especializa en el montaje de lavadoras mecánicas para lavar los minerales extraídos de las minas.
En 1912, siendo mecánico, se afilia por influencia de su padre y de Melchor Martínez a la Unión de Metalúrgicos, asociación adscrita a la Unión General de Trabajadores, pero pronto deja de sentirse atraído por lo que considera un socialismo moderado. Después de abandonar el trabajo de mecánico, Durruti trabaja como montador de lavaderos de carbón, en la ciudad de Matallana; durante la instalación de uno de los lavaderos se envuelve en una rencilla con los obreros, quienes buscaban la destitución de uno de los ingenieros de aquella empresa. El ingeniero es despedido y Durruti, al regresar a León, se percata de que la Guardia Civil lo vigila.
Participó en la huelga general revolucionaria de 1917 como militante de la UGT, de la que sería expulsado por defender posiciones revolucionarias. Se trasladó en 1920 a Barcelona, donde se afilió a la CNT. En 1922 formó junto con Joan García Oliver, Francisco Ascaso y Ricardo Sanz el grupo «Los Solidarios», con el que perpetró un atraco al Banco de España de Gijón en 1923. Se le imputó también el asesinato del cardenal Juan Soldevila y Romero, uno de los principales financiadores en Aragón de los comandos de pistoleros blancos de la patronal, que asesinaban a militantes obreros destacados. Tuvo que huir a Argentina y luego a Chile, donde, junto a compañeros anarquistas, lleva a cabo el primer asalto en ese país. El atraco es parte de una campaña para juntar recursos a fin de liberar a compañeros que se encontraban en algunas cárceles de España. Continuó luego su paso por otros países latinoamericanos y europeos. En Francia es encarcelado junto a Francisco Ascaso y Gregorio Jover por su participación en las actividades revolucionarias en España, por lo cual comienza una gran campaña internacional a favor de su amnistía que concluye con la liberación de los 3 presos anarquistas.
En 1931 volvió a España, y se integró en el sector faísta (próximo a la FAI) de la CNT —beligerante con la II República— y tomó parte en las insurrecciones de Figols 1932 y 1933. A consecuencia de ellos, fue deportado por el gobierno republicano, como preso preventivo junto a otros anarcosindicalistas a Guinea Ecuatorial y Canarias, en el barco mercante Buenos Aires.
Durante todo el periodo republicano participa activamente en huelgas, mítines y conferencias por todo el territorio nacional, pasando numerosas veces por la cárcel.
Su actuación en la Guerra Civil Española.
Al estallar la Guerra Civil en 1936 fue uno de los principales protagonistas de los sucesos revolucionarios de julio, formando parte del grupo «Nosotros» (sucesores de «Los Solidarios») y de la dirección en la defensa de la ciudad de Barcelona, donde falleció su compañero de toda la vida Francisco Ascaso en los enfrentamientos callejeros con los sublevados. El 20 de julio, ya derrotado el alzamiento en Barcelona y siendo la CNT la dueña de la situación, sobre todo tras apoderarse del parque de Artillería de San Andrés, sus principales dirigentes tuvieron una entrevista con el presidente de la Generalidad catalana, Lluís Companys. En una segunda entrevista al día siguiente, después del pleno de Federaciones locales de la CNT, Durruti junto con otros principales dirigentes de la CNT propusieron nombrar un Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, siendo aceptado por las restantes organizaciones. Este comité (formado por libertarios, republicanos nacionalistas y marxistas) se convirtió en el verdadero poder en Cataluña, ratificando la Generalidad posteriormente lo que se decidía. Cansado de las disputas internas, y el desgaste debido al hecho de encontrarse en una guerra civil, del Comité de Milicias Antifascistas (de la cual era jefe del departamento de transportes), decidió pasar al frente con el bando republicano, empezando por liberar de los sublevados Zaragoza, otro gran núcleo urbano anarquista tras Barcelona. Se formó entonces la famosa Columna Durruti, que tomó rumbo a Zaragoza.
A la columna se le negó el suministro de armas, artillería, etcétera, por parte de los agentes comunistas,[cita requerida] por lo que tuvo que limitarse a tomar todos los pueblos por donde pasaba. En ellos los campesinos se veían libres para hacer la revolución: los terratenientes eran expropiados de sus tierras, las cuales eran colectivizadas, se abolía la propiedad privada y se instauraba el comunismo libertario. En noviembre de aquel año marchó a Madrid con su columna a contener la ofensiva de las tropas sublevadas.
Su muerte
Aproximadamente a la una de la tarde del 19 de noviembre de 1936, en la calle Isaac Peral, menos de dos horas después de haber sido entrevistado en la calle en Madrid para el noticiario filmado del PCUS, Durruti es herido en el pecho por una bala de extraña procedencia; en grave estado, es llevado al Hotel Ritz, sede del hospital de las milicias catalanas, donde muere al día siguiente a las cuatro de la mañana. La autopsia reveló que el deceso de Durruti se debió a los destrozos causados por una bala calibre nueve largo, la cual penetró el tórax y lesionó importantes vísceras. Su cuerpo fue entregado a los servicios especializados del Municipio de Madrid para ser sometido a un proceso de embalsamamiento, ya que sería trasladado y enterrado en Barcelona. Su deceso es ocultado a la población con el fin de evitar desánimos.
Pedro D.M.M.
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